RICHARD GERE: Budismo y Espiritualidad



Richard Gere y su lado espiritual

“No creo en ‘Dios’. Creo que todos tenemos lo que en budismo se llama ‘Naturaleza de Buddah’, cubierta por vidas instantáneas de experiencias”, confiesa el actor

Reportaje por Fabián W. Waintal

El paso del tiempo definitivamente favoreció a Richard Gere. Ya no es el jovencito “American Gigoló”, pero con 56 años sigue atrayendo la atención de cualquier “Mujer Bonita”. Perfectamente acorde con su edad, en la nueva película Bee Season, aparece como el padre de una niña prodigio que él mismo entrena para una clásica competencia nacional de ortografía Spelling Bee, aplicando ciertas teorías religiosas del Kabbalah judío que no logran detener la ruptura familiar. Y en medio de una historia semejante, se torna inevitable que en el Ritz Carlton Hotel de Nueva York, nuestra entrevista evolucione alrededor de temas tan serios como el significado de la religión y la familia, para una estrella de cine tan importante como Richard Gere. Es sabido que usted es budista y sorprende que ahora estrene una película sobre el kabbalah judío.
¿Usted se crió en un ambiente muy religioso?
.- Mi padre era casi como un cura, siempre cerca de la Iglesia Metodista. Y mi madre era presbiteriana. Yo crecí yendo a la Iglesia. Era parte de mi vida. Lo interesante, para mí, aunque no lo notaba en aquel entonces, era ver un mismo grupo de gente que creía en algo superior. Y dentro del ritual metodista, más que nada, me acuerdo de las canciones. La esencia de disfrutar, la creatividad que surgía por verlo a Él, en la atmósfera de la misma gente que trataba de captar aquella energía, que por instinto piensan que existe algo más allá de la lógica.
¿Cómo es que se inclinó entonces por el budismo?
.- Mi propia personalidad buscaba las razones: ¿De dónde viene el Universo? ¿De dónde proviene el infierno? El tipo de planteamientos básicos que un chico se pregunta. Y al menos yo, no encontraba las respuestas dentro de la religión con la que me crié; porque no se plantean esas preguntas, sólo remarcan un misterio. Para mí, no era suficiente. Y en mi propia exploración, terminé encontrando la cultura oriental donde la base de aquellas religiones plantea ese tipo de preguntas. Es necesario preguntarlas, que surja una realidad propia. No es suficiente con escuchar la respuesta de Budah o un maestro. Es desesperantemente importante analizar interiormente, buscando la realidad. Abre una responsabilidad personal.

¿Se considera muy religioso?
.-Yo no creo en Dios. Creo que todos tenemos lo que en budismo se llama “Buddah-Nature”, cubierto por vidas instantáneas de experiencias. Religión no es la palabra con la que me identifico particularmente. Suena duro y crea límites.
¿Cuáles son las reglas?
.- Es como un club, cuando te gusta cierto equipo de beisbol, cierto tipo de religión. Es una categoría donde uno se identifica, más allá del análisis de un punto de vista. Sabemos que hay algo más. Todos sabemos que hay bondad real y sabemos que existe la verdadera compasión, la verdadera inteligencia. Y puede aplicarse en una infinita cantidad de formas. Alguien dijo que debería existir una religión por cada persona en el planeta, el número de religiones debería ser equivalente.
¿La religión resulta un tema bastante polémico cuando se discute con alguien que no cree en lo mismo?
.- Dependiendo de la personalidad, cada uno encuentra un camino espiritual diferente. Pero las organizaciones religiosas siempre tienden a ser corruptas y por eso es tan importante el análisis interior, lo interesante es trabajar con la mente y el corazón. Depende de cada uno.
¿Se puede comparar Budismo con Kabbalah? ¿Hay puntos en común?
.- No lo sé. No soy un experto en el tema. Para decirte la verdad, el sistema religioso en el que yo me crié, como te decía antes, mi padre y mi madre eran respetuosos de otras posibilidades. Nunca los escuché denigrar ninguna otra religión. En Estados Unidos hay algo nuevo, una especie de poder, con respecto al sentimiento de creer que hay un solo Dios, asegurando que todo lo demás es una blasfemia y debe ser destruido, convertido o transformado. Es como decir “los otros no sirven, nosotros tenemos la verdad”. Yo nunca escuché algo semejante en mi infancia. Y me parece que ese cristianismo se asocia demasiado al gobierno que hoy tenemos.
¿Está criando a su hijo en base al budismo?
.- Lo experimenta porque estoy rodeado de maestros, todo el tiempo. Mi hijo me ve con el Dalai Lama y yo practico bastante. Pero no le establezco ninguna regla. Me importa más el respeto por el otro en la vida. Con el Dalai Lama, por ejemplo, aprendí a respetar a un insecto. Si se lo enseño a un chico se vuelve increíblemente importante. Algo que podemos considerar pequeño, feo, lo que sea; no es como nosotros, es lo otro. Pero debemos empezar por respetar este pequeñísimo insecto, de otra especie, que también tiene un sentido de la vida muy similar a la nuestra. No quieren ser heridos, quieren tener éxito y ser felices, quieren encontrar comida, quieren hacer amigos. Tienen intereses idénticos a nosotros. Si se puede respetar eso, se puede respetar mucho más. Gente, también."

¿Usted se parece en algo al padre que interpreta en la película Bee Season?
.- "Cuando se empieza una película, existe un acuerdo tácito de convertirnos en aquel personaje, también en la vida real. Todos tenemos diferentes posibilidades de demostrar algo con nuestra personalidad. Y yo busco aquellas características predominantes en mi personalidad que se identifiquen con el personaje, para sentirlo más natural. Hace que el trabajo sea más fácil, con el tiempo termina evolucionado y cuando se enciende la cámara, todo surge naturalmente.
¿El tema espiritual del kabbalah fue la razón por la cual se decidió a filmar una película así?
.- Primero había leído el guión y recién después leí el libro original, que es brillante, mucho mejor que la película... como siempre pasa. Muestra a cuatro personas explorando este deseo por Dios o como lo quieras llamar, algo más grande que el Universo. Todos ambulan ciegos, en este viaje, con la completa falta de capacidad para discutirlo entre ellos mismos, por tanta privacidad. Y se parece a muchas de nuestra familias que no se atreven a discutir cosas muy privadas pero importantes, sintiéndose solos. De nuevo, no quiero llamarlo religión, pero el deseo vehemente lo tienen todos. Ese común denominador nos convierte en hermanos. Por eso quería hacer esta película. Mi personaje es alguien que se pasó la vida estudiando religión pero perdió el brillo de la comunicación directa."
Proyectos:
“En dos semanas empezamos a filmar otra película The Flock, sobre un agente federal que necesita entrenar un reemplazo más joven, mientras busca una chica perdida, convencido de cierta conexión con un maniático sexual que también está investigando. La filmamos en Alburquerque, con un director de Hong Kong, Wai Keung Lau”.

RICHARD GERE: "Mi Peregrinaje como Budista"


Richard Gere:
Mi Peregrinaje como Budista

por Melvin McLeod


Supongo que es una señal de nuestro actual cinismo que encontremos difícil de creer que las celebridades también puede ser personas serias. La reciente preponderancia de "Budistas célebres" ha dado lugar a ciertos comentarios irónicos de la prensa, e incluso entre los budistas, pero en lo personal tengo en mucha estima a los actores, directores, músicos y otras figuras públicas que han suscitado una atención mayor hacia la causa de la liberación de Tibet y al valor de la práctica budista. Éstos son artistas sutiles y personas lúcidas, algunos budistas, algunos no; entre ellos Martin Scorsese, Leonard Cohen, Adán Yauch, Michael Stipe, Patti Smith, y por supuesto, Richard Gere. Me encontré recientemente con Gere en su oficina de Nueva York, y hablamos sobre sus muchos años de práctica budista, su devoción por su maestro el Dalai Lama, y su trabajo en nombre del dharma y de la causa del pueblo del Tibet.


Melvin McLeod

Melvin McLeod: ¿Cómo fue su primer encuentro con el Budismo?

Richard Gere: Yo tuve dos despertares. Uno, cuando de hecho me topé con el dharma escrito, y dos, cuando encontré a un maestro. Pero antes de ello, me involucré con la indagación filosófica en la escuela. Así, llegué a él a través de los filósofos Occidentales, básicamente del Obispo Berkeley.

Melvin McLeod: "Si un árbol se desploma en el bosque y nadie lo oye, ¿realmente sucedió?"

Richard Gere: Sí. El idealismo subjetivo consistía en esa tesis, que la realidad es una función de la mente. Era básicamente una escuela de la "sólo mente" lo que él estaba predicando. Muy radical, sobre todo para un sacerdote. Estaba muy impresionado con él. Los existencialistas también eran interesantes para mí. Me recuerdo acarreando por todos lados una copia de “El Ser y la Nada”, sin saber muy bien por qué lo estaba haciendo. Después me di cuenta que "nada" no era la palabra apropiada. El "Vacío" era lo que ellos realmente estaban buscando, no desde una visión nihilista sino positiva.

Mi primer encuentro con el dharma budista sería en mis tempranos veinte y tantos. Consideraba, como la mayoría de los jóvenes, que no era particularmente feliz. No sé si era un suicida, pero sí muy infeliz, y me hacía preguntas como ¿"Por qué todo"? Comprendiendo que quizá me estaba espoleando hacia los límites de mi propia cordura, me quedaba explorando librerías hasta muy entrada la noche leyendo todo lo que podía, en muchas diferentes direcciones. Los libros de Evans-Wentz sobre Budismo Tibetano producían un fuerte impacto en mí. Prácticamente los devoraba.

Melvin McLeod: Muchos de nosotros fuimos inspirados por esa clase de libros. ¿Qué encontró en ellos como para sentirse atraído?

Richard Gere: Tenían todo el romanticismo de una buena novela, por lo que podías realmente perderte en ellos, pero al mismo tiempo ofrecían la posibilidad de que pudieras vivir aquí y ser libre a la vez. Jamás había considerado eso como una posibilidad – yo justamente deseaba huir- de modo que la idea de que pudieras estar aquí y fuera de aquí al mismo tiempo –Vacuidad- era revolucionaria.

De esta manera la senda budista, particularmente el abordaje Tibetano, fue obviamente marcándome, pero la primera tradición con la que llegué a comprometerme fue el Zen. Mi primer maestro fue Sasaki Roshi. Recuerdo mi salida a Los Ángeles para un sesshin de tres días (el programa de meditación Zen). Me preparé elongando mis piernas durante meses y meses para poder pasarlo.

Yo tuve una suerte de experiencia mágica con Sasaki Roshi, una experiencia de realidad. Me di cuenta de que esto es trabajo, esto es trabajo. No se trata de vuelos a través del aire; no se trata de cosas mágicas o románticas. Es trabajo serio sobre tu mente. Eso para mí constituyó una parte fundamental del camino.

Sasaki Roshi era increíblemente rudo y sumamente agradable al mismo tiempo. Yo era un completo neófito y nada sabía. Era arrogante, inseguro e idiota. Pero interiormente serio en cuanto a mis deseos de aprender. Llegó el punto final del sesshin donde no quería ir siquiera al dokusan (la entrevista con el maestro Zen). Sentía que estaba muy mal preparado como para vérmelas con los koans que ellos tendrían para escudriñarme. Finalmente, llegó el momento donde realmente iría a sentarme allí, y en esa instancia lo recuerdo sonriendo. "Ahora podemos comenzar a trabajar," dijo. No había nada más para decir, ninguna fruslería, nada.

Melvin McLeod: Cuando alguien tiene tan fuerte conexión intuitiva, el Budismo sugiere que es debido al karma, alguna conexión pasada con las enseñanzas.

Richard Gere: Bien, he consultado algunos maestros sobre este tema (lo que tú sabes, ¿qué me llevó a esto?) Ellos simplemente se reían de mí, como si yo pensara que había alguna clase de providencia atrás de ello o como si fuera sólo casualidad. Bien, el karma no obra de esa manera. Obviamente existe alguna conexión muy clara y definida con los Tibetanos o esto no hubiera sucedido. Mi vida no se hubiera expresado de este modo.

Creo que siempre sentí a esta práctica como mi vida real. Recuerdo cuando comencé a practicar meditación, a los 24 años de edad, tratando de comprender mi vida. Me sumergía en mi pequeño departamento mugroso a veces por meses sólo para hacer Tai Chi y lo mejor posible para llevar a cabo mi práctica sentada. Tenía un sentimiento muy claro de que siempre había estado en meditación, que nunca dejé de hacer meditación. Eso era una realidad mucho más sustancial de lo que normalmente tomamos por realidad. Estaba muy claro para mí aun entonces, pero me llevó largas horas de mi vida sacarlo más hacia el mundo a través de más tiempo de práctica, de indagar mi mente, de tratar de generar bodhicitta.

Melvin McLeod: ¿Cuándo se encontró por primera vez con el Dalai Lama?

Richard Gere: Había sido estudiante Zen a lo largo de cinco o seis años antes de encontrar a Su Santidad en la India. Comenzamos una muy pequeña charla y luego dijo, "Oh, ¿de manera que usted es actor"? Pensó un segundo en ello, y señaló, "De modo que cuándo usted lleva a cabo su actuación y se enfada, ¿está realmente enfadado? Cuándo expresa tristeza, ¿está realmente triste? Cuándo llora, ¿está realmente llorando "? Yo le di una respuesta típicamente actoral, como de que todo era más eficaz si realmente crees en la emoción que estás expresando. Miró muy profundamente adentro de mis ojos y simplemente comenzó a reír. Histéricamente. Estaba riéndose ante la idea de que yo creía que las emociones eran reales, de que debería trabajar muy duro para creer en el enojo y el odio y la tristeza y el dolor y el sufrimiento.

Este primer encuentro tuvo lugar en Dharmsala, en un salón donde yo lo veo muy a menudo ahora. No puedo decir que mi sentir haya cambiado drásticamente. Todavía soy increíblemente nervioso y proyecto todo tipo de cosas sobre él, a las que se ha acostumbrado a estas alturas. Él atraviesa muy rápidamente todos esos murmullos, porque sus votos son tan poderosos, tan omnicompasivos, que es muy eficaz y habilidoso para llegar al grano. Porque la única razón por la que todos quieren verlo es que desean remover el sufrimiento de sus conciencias.

Hubo un cambio completo en mi vida la primera vez que estuve ante la presencia de Su Santidad. No hay duda de ello. No fue el sentimiento de "Oh, voy a desprenderme de todas mis posesiones y ya mismo me encaminaré al monasterio," sino muy naturalmente sentir que todo esto era lo que se suponía que haria: trabajar con estos maestros, hacerlo dentro de este linaje, aprender todo lo que pudiera, dedicarme a ello. Amén de los diversos grados de seriedad y compromiso ocurridos desde entonces, realmente no me he salido de ese sendero.

Melvin McLeod: ¿Su Santidad trabaja con usted personalmente, cortando sus neurosis en las muchas maneras que lo hacen los maestros budistas, o le enseña más a través del ejemplo de su persona?

Richard Gere: No hay duda que Su Santidad es mi gurú de raíz, y por momentos ha sido muy duro conmigo. He debido explicar a quienes suelen tener una visión demasiado romántica de Su Santidad que conmigo a veces ha sido feroz, pero ello es muy perspicaz. Cuando así lo hace no estoy diciendo que me resulte placentero, sino que no hay ningún motivo egoico de su parte. Estoy muy agradecido que tuviera la suficiente confianza en mí como para ser mi espejo y no tirar ningún golpe. Atención: los primeros encuentros no eran así; pienso que él se daba cuenta de cuan frágil estaba e iba siendo muy cuidadoso. Hoy pienso que siente que mi compromiso con las enseñanzas se ha acrecentado y mi propia fuerza dentro de las mismas también. Él puede ser mucho más duro conmigo.

Melvin McLeod: La escuela Gelugpa del Budismo Tibetano pone un fuerte énfasis en el análisis. ¿Qué lo atrajo al más intelectual de los abordajes?

Richard Gere: Sí, es cómico. Pienso que lo que probablemente me hubiera atraído por instinto hubiera sido Dzogchen (las enseñanzas de la Gran Perfección de la escuela Nyingma). Pienso que el instinto que me llevó al Zen era el mismo que me hubiera llevado a Dzogchen.

Melvin McLeod: Espacio.

Richard Gere: Lo no-conceptual. Ir directamente al espacio no-conceptual. Recientemente tuve algunos maestros Dzogchen que han sido muy amables en ayudarme, y veo cómo Dzogchen prescribe muchas de las formas de meditación que yo practico. Muchas veces Dzogchen realmente me ha desestructurado hacia una visión fresca y me permitió ver una suerte de sendero limitado en que estaba cayendo a través de mi condicionamiento y pereza básica.

Pero en general, siento que la opción más sabia para mí es trabajar con el Gelugpas, aunque el espacio es espacio dondequiera que esté. Creo que el abordaje analítico –una forma de encontrar la ausencia de límites de ese espacio- es importante. En cierto modo, uno logra estabilidad a partir de que puede ordenar la mente racional. Cuando el espacio no está allí para ti, el trabajo intelectual aun te mantendrá a flote. Yo todavía me encuentro en situaciones donde mis emociones se ponen fuera de control y aparece el enojo, y es muy difícil entrar en un espacio inmaculado en ese momento. De este modo, el abordaje analítico es enormemente útil a la hora de trabajar con la mente. Es algo muy tranquilo como para echarte sobre tus espaldas y sumamente estabilizante.

Melvin McLeod: ¿Cuál fue el progreso en sus prácticas, en la medida que puede hablar de ello, luego de ingresar en el camino del vajrayana?

Richard Gere: Estoy un poco dubitativo para hablar de ello puesto que, uno, yo no afirmo saber mucho, y dos, al ser una celebridad estas cosas se citan fuera de contexto y ello no siempre es beneficioso. Lo que puedo decir es que cualesquiera que sean las formas de meditación que he llevado a cabo, siempre involucran las formas básicas de refugio, generación de bodhicitta (despertar la mente y el corazón) y la dedicación de méritos a los demás. Cualquier nivel de enseñanzas que mis maestros me permiten escuchar incluyen siempre estas formas básicas.

En general, el tantra se ha vuelto menos romántico para mí. Me parece más familiar. Es una fase interesante del proceso cuando esa particular versión de la realidad se vuelve más normal. No estoy diciendo normal en referencia a lo que es ordinario o mundano, sino que puedo sentirlo tan normal como lo que anteriormente tomaba por real. Puedo confiar en ello.


Melvin McLeod: ¿Qué libros sobre el dharma han sido más valiosos para usted?

Richard Gere: Las personas siempre están preguntándome qué libros budistas recomendaría. Siempre recomiendo “Mente Zen, Mente de Principiante” a quien me dice "¿Cómo puedo empezar"? Siempre incluyo algo de Su Santidad. Su libro “Bondad, Claridad y Compasión” es extraordinariamente bueno. Hay maravillosos contenidos allí. “La Distinción Tántrica” de Jeffrey Hopkins es muy provechoso. Hay tantos.

Melvin McLeod: Usted va a la India a menudo. ¿Eso le da oportunidad para practicar en un ambiente con menos distracciones?

Richard Gere: ¡En realidad es probable que me distraiga más! Cuando voy allí, soy un simple estudiante como cualquier otro, pero también soy este tipo que puede dar una mano. Cuando estoy en la India hay muchísimas personas que requieren ayuda y es muy difícil decir que no. De manera que ese no es el instante más tranquilo de mi vida, sino el momento en que estoy en un ambiente donde todos nos enfocamos en el dharma, y cuando Su Santidad es el centro de ese enfoque es extraordinario.

Melvin McLeod: Cuando usted está en Dharmsala ¿tiene la oportunidad de estudiar allí con el Dalai Lama o con otros maestros?

Richard Gere: Yo intento ponerme al corriente con todos mis maestros. Algunos de ellos son ermitaños de las colinas, pero bajan cuando Su Santidad brinda sus enseñanzas. Es un tiempo para ponerse al día en todo, y simplemente recordar. Para mí, significa recordar. La vida aquí es una distracción increíble y es muy fácil salirse de la senda. Ir allí es una oportunidad para recordar, literalmente, qué es la misión, por qué nosotros estamos aquí.

Aquí estás envuelto en un mundo de film-making que la gente cree compuesto de consumo extremo, de alto poder, incluso de cortar gargantas.
Todo eso es verdad. Pero es como la vida de cada uno, también. Sencillamente, ella entra en los papeles, eso es todo. Tiene las mismas emociones. El mismo sufrimiento. Los mismos problemas. No hay diferencia.

Melvin McLeod: ¿Encuentra que su vida posee una cualidad ligeramente fragmentaria, yendo atrás y adelante entre estos mundos?

Richard Gere: Yo me doy cuenta más y más que mi compromiso con una carrera, con una vida normal de jefe de familia, es un gran desafío para ahondar las enseñanzas en mi interior. Si yo no estuviera afuera, en la plaza del mercado, no habría modo de poder enfrentar realmente los rincones, grietas y sombras que hay dentro de mí. Apenas podría verlas. No soy ese tipo duro; no soy ese tipo listo. Necesito a la vida diciéndome quién soy, mostrándome mi mente en todo momento. Yo no la vería en una cueva. El problema conmigo sería si realmente hallara un hipotético estado dichoso, de poder hacerlo, y quedarme allí. Eso significaría la muerte. Yo no quiero eso. Como digo, no soy un practicante extraordinario. Sé mas o menos lo que soy. Es bueno para mí estar en el mundo.

Melvin McLeod: ¿Hay algún camino específico por el que intente introducir el dharma en su trabajo, más allá de trabajar con su mente y pretender ser un hombre decente?

Richard Gere: ¡Bueno, eso es un montón! Eso es serio, carajo.

Melvin McLeod: Es verdad. Pero ésos son los desafíos que todos enfrentamos. Estaba preguntándome concretamente si usted intenta llevar una perspectiva Budista al específico mundo de la cinematografía.

Richard Gere:
En la cinematografía, nosotros estamos tratando con algo que literalmente fragmenta la realidad, y siendo consciente de la fragmentación de tiempo y espacio pienso en darme a la práctica, en aflojar la mente. No hay nada real en una película. Nada. Ni siquiera puede demostrarse que existen las partículas ligeras que proyectan la película. Nada está allí. Sabemos eso cuando lo estamos haciendo; somos los magos que realizan el truco. Pero aún así terminamos por creer que todo es real - que todas estas emociones son reales, que este objeto realmente existe, que la cámara está recogiendo alguna realidad.

Por otro lado, hay un sentido mágico en el hecho de que la cámara ve más de lo que nuestros ojos ven. Ve en las personas de una manera en la que normalmente no lo hacemos. De este modo, al situarse ante la cámara existe cierta vulnerabilidad que no se tiene que afrontar en la vida normal. Hay cierta magnitud de presión y stress en ello. Te están viendo, realmente te están viendo, y no hay ningún lugar donde esconderte.

Melvin McLeod: ¿Pero no hay ninguna manera en la que usted realmente trabaje este producto para ...?

Richard Gere: ¿Te refieres a enseñar a través de ello? Bien, pienso que estas cosas son por lejos misteriosas para cualquiera que haga eso a conciencia, ¿no? Indudablemente, en tanto mal provisto como lo estoy para ser un buen estudiante, yo he tenido muchas enseñanzas, y algunas han impactado. De algún modo ellas se transmiten no a causa mía, sino a pesar mío. Por lo tanto creo que hay valor allí. Es lo mismo para todos: cualquier energía positiva que los haya tocado en miríadas de vidas está perdurando de algún modo. Cuando miras en sus ojos, cuando la cámara se acerca para una toma cerrada, hay allí algo misterioso. No hay manera que puedas escribirlo, no hay manera que puedas planearlo, pero una cámara lo recogerá de un modo diferente a cómo lo haría alguien que está sentado al otro lado de la mesa.

Melvin McLeod: ¿Cuán cómodo se encuentra en su papel de portavoz del Dharma?

Richard Gere: ¿Del Dharma? Nunca, nunca he aceptado eso, y nunca lo haré. No soy un portavoz del dharma. Me faltan las cualidades necesarias.

Melvin McLeod: Pero a usted siempre le preguntan en público sobre qué significa ser un budista.

Richard Gere: Puedo hablar acerca de ello sólo como un practicante, desde el punto de vista limitado que tengo. Si bien han pasado muchos años desde que comencé, no puedo decir que sepa ahora mucho más de lo que sabía entonces. No puedo decir que tengo el control de mis emociones. No conozco mi mente. Estoy perdido como todos los demás. De modo que no soy precisamente un líder. En el curso real de las cosas hablo sobre esas cosas, pero sólo en el sentido de que esto es lo que mis maestros me han brindado. Nada proviene de mí.

Melvin McLeod: Cuándo usted es inquirido acerca del Budismo ¿hay ciertos temas a los que usted vuelve porque siente útiles, como la compasión?

Richard Gere: Absolutamente. Probablemente discurriré sobre sabiduría y compasión en algún modo, que estamos aquí porque existen dos polos para explorar: expandir nuestras mentes y expandir nuestros corazones. Con la esperanza en algún momento de poder abarcar el universo entero en la mente, y lo mismo en el corazón, con compasión, ambos al mismo tiempo. Inseparables.

Melvin McLeod: Cuando dice eso, viene a mi mente algo que me impactó al ver hablar al Dalai Lama. Él estaba enseñando sobre la compasión, como lo hace tan a menudo, pero no podía evitar fascinarme por lo que sucedería si él hablara ante una audiencia más amplia sobre la comprensión budista de la sabiduría, es decir, el vacío. Sencillamente me pregunté qué sucedería si este venerado líder espiritual dijera al mundo -bien, tú sabes- que todo este mundo no existe realmente de ninguna manera sustancial.

Richard Gere: Bien, el Buddha dio muchas vueltas en la rueda del Dharma, y yo considero las funciones de Su Santidad en el mismo sentido. Si estamos tan perdidos en nuestras naturalezas animales, el mejor camino para comenzar a salir de ello es aprender a ser bondadosos. Alguien preguntó a Su Santidad “¿cómo puede usted enseñarle a un niño a proteger y respetar las cosas vivientes?” Él dijo: “Vea si puede hacerles amar y respetar a un insecto”, algo que instintivamente nos repele. Si con una bondad básica ellos pueden ver su capacidad de sentir, su potencial, la totalidad que es este insecto, entonces se ha dado un gran paso.

Melvin McLeod: Justo estuve leyendo donde el Dalai Lama decía que considera al amor de la madre como el mejor símbolo de amor y compasión, porque es totalmente desinteresado.

Richard Gere: Néctar. ¡Eso es Néctar! (En la práctica vajrayana, se visualizan bendiciones espirituales a manera de néctar que desciende sobre el meditador). Ésa es la leche de la madre; eso está viniendo directamente de la madre. Absolutamente.

Melvin McLeod: Aunque usted es cauto al hablar del dharma, es un vocero apasionado de la causa de liberación del Tibet.

Richard Gere: He atravesado muchas etapas a ese respecto. La cólera que podría haber sentido hace veinte años es muy diferente ahora. Aquí todos estamos en el mismo barco, todos nosotros -Hitler, los Chinos, usted, yo, lo que hemos hecho en Centroamérica. Nadie está exento de la ignorancia que da pié a todos estos problemas. Como sea, los Chinos sencillamente están promoviendo la causa de horrendas vidas futuras para ellos mismos, y por dicha razón uno no puede dejar de sentir compasión por ellos.
Cuando hablo con Tibetanos que están en encierro solitario desde hace veinte o veinticinco años, me dicen, totalmente de corazón, que el problema es mucho más complejo que el sufrimiento en manos de su torturador, y que sienten piedad y compasión hacia esa persona que estuvo actuando de acuerdo a su naturaleza animal. Una vez que has estado ante esa clase de sabiduría de corazón y de mente, jamás puedes volver a ser el mismo.

Melvin McLeod: Es admirable que un pueblo entero, en términos generales, se encuentre imbuído de un espíritu así.

Richard Gere: Estoy convencido que se debe a que es un estado orientado. Obviamente, vienen problemas con eso, sin separación de iglesia y estado. Pero estoy convencido que los grandes reyes del dharma se manifiestan para crear verdaderamente una sociedad basada en estas ideas. Sus instituciones fueron diseñadas para crear personas de buen corazón; cada cosa en dicha sociedad esta allí para cultivar eso. Todo ello entró en decadencia -como quiera que sea hubo periodos malos, hubo periodos buenos. Pero la esencia de la sociedad fue generar personas de buen corazón, bodhisattvas, para crear un ambiente muy fuerte donde las gentes pudieran alcanzar la iluminación. ¡Imagine eso en América! Me refiero a que nosotros no tenemos ninguna estructura para la iluminación. Tenemos una muy fuerte herencia Cristiana y herencia Judía, una de compasión, una de altruismo. Buenas personas. Pero tenemos muy pocas cosas que nos impulsen a la iluminación, a la liberación total.

Melvin McLeod: Observando cómo las violaciones a los derechos humanos están en los primeros planos de la conciencia mundial, como lo sucedido en el Tibet y anteriormente en Sudáfrica, la labor de celebridades como usted, que ha podido utilizar su fama hábilmente, ha sido un factor importante.

Richard Gere: Espero que eso sea verdad. Usted es muy amable al decirlo. Es una situación dispar. Previamente había trabajado sobre lo acaecido en Centroamérica y en algunas otras causas de derechos políticos y humanos, y llegué a conocer un ápice de las cuerdas cuando trabajé con el Congreso y el Departamento de Estado. Pero eso sencillamente no se aplicaba a esta situación. Tibet estaba demasiado lejos, y la participación americana allí había sido en extremo limitada.

También me encontré con que la causa de Su Santidad en términos de movimiento político era muy engañosa. Se trata de un movimiento no-violento, lo que es un problema en sí mismo (tú no consigues titulares con la no violencia). Y Su Santidad no se ve asimismo como Gandhi; no crea situaciones dramáticas u operísticas.

De este modo nosotros llegamos a adoptar una forma de abordaje más firme. No en el sentido de un drama. Se trata de ir, poco a poco, construyendo la verdad, y pienso que por ello ese abordaje ha sido probablemente más profundo. Los senadores, diputados, legisladores y parlamentarios que se han involucrado van más lejos de lo que usualmente hacían por una causa en la que creyeron.

Pienso que la universalidad de las palabras y enseñanzas de Su Santidad han hecho de todo esto algo mucho más importante que la sola causa del Tibet. Cuando Su Santidad ganó el Premio Nobel de la Paz, hubo un salto cuántico. A él nunca más se lo volvió a ver solamente como un Tibetano; él pertenece al mundo. Hace un rato estábamos hablando sobre lo que recoge la cámara: justamente, un retrato de Su Santidad parece comunicar mucho más. Tan sólo ver su rostro. Está cautivando, y al mismo tiempo inspirando. Puedes imaginar que hubiera sido delicioso ver a Buddha. Sólo ver su rostro te pondría muchos pasos adelante. Pienso muchísimo que lo que hemos hecho es precisamente colocar a Su Santidad en situaciones donde pudiera llegar a tantas personas como le fuera posible, algo qué siempre hace con impecable bodhicitta.

Yo sigo diciendo que Tibet debe ser cuidadoso en este proceso pues se trata de salvar a cada ser sintiente, y mientras tengamos nuestros ojos puestos en este premio final, Tibet estará bien. Por supuesto que existen cuestiones inmediatas de las que hay que ocuparse en el Tibet. Nosotros trabajamos en ellas todo el tiempo. No obstante, aunque tuvimos motivos para creer que estaba teniendo lugar un diálogo más abierto con los Chinos, el optimismo generado por la visita de Clinton a China no tuvo un buen final. De hecho, los Tibetanos, al igual que los Chinos pro-democráticos, están experimentando el periodo más represivo desde fines de los ochenta, en la Plaza Tienanmen.

Melvin McLeod: Siempre me impresiona algo que señala el Dalai Lama, muy similar en ello a mi propio maestro, Chogyam Trungpa Rinpoche, presentado en las enseñanzas del Shambhala. Es la necesidad de una espiritualidad universal basada en las simples verdades de la naturaleza humana, la que trasciende cualquier religión particular o la necesidad de una religión formal en lo absoluto. Esto me impacta como un mensaje considerablemente importante.

Richard Gere: Bien, pienso que es verdad. Su Santidad dice que lo que todos tenemos en común es el aprecio por la bondad y compasión; todas las religiones tienen eso. Amor. Todos nosotros nos inclinamos hacia el amor.

Melvin McLeod: Pero más allá de eso, él señala que millones de personas no practican religión alguna.


Richard Gere: Pero tienen la religión de la bondad. Ellos la practican. Todos respondemos a la bondad.

Melvin McLeod: Es fascinante que un líder religioso mayor adopte efectivamente una religión de la no-religión.

Richard Gere: Efectivamente, eso es lo que lo hace más grande que el Tibet.

Melvin McLeod: Lo hace más grande que el Budismo.

Richard Gere: Mucho más grande. El Buddha era más grande que el Budismo.

Melvin McLeod: Usted puede patrocinar varios proyectos en apoyo del dharma y de la independencia Tibetana.

Richard Gere: Yo estoy en una suerte de posición única por la cual tengo algún efectivo en mi fundación, de modo que puedo ofrecer a diversos grupos cierto dinero disponible que les ayude a poner en marcha sus proyectos. Patrocinar libros del dharma es importante para mi -traducciones, publicaciones- pero creo que lo más importante que puedo hacer es ayudar a promover enseñanzas. Trabajar con Su Santidad y ayudar a patrocinar enseñanzas en Mongolia, India, los Estados Unidos y en cualquier otra parte, nada me produce más alegría.

El programa que estamos llevando a cabo este verano consiste en cuatro días de enseñanzas brindadas por el Dalai Lama en Nueva York. Entre el 12 y el 14 de agosto tendrá lugar la instrucción formal de Su Santidad sobre los “Estados Medios de Meditación" y "Las Treinta y Siete Prácticas de los Bodhisattvas" del Kamalashila. Esto será en el Teatro Bacon y hay unas 3.000 entradas disponibles. Estoy seguro que se venderán rápidamente. Si algunas personas no pudieran concurrir, el día 15 se dictará una clase pública gratuita en el Central Park. Estimamos que habrá espacio para unas veinticinco a cuarenta mil personas, de modo que cualquiera pueda participar. Su Santidad brindará una clase sobre los “Ocho Versos del Entrenamiento de la Mente”, instrucción sobre un lojong muy poderoso, realmente uno de mis favoritos. Luego Su Santidad brindará un wang, un método de fortalecimiento para longevidad del Tara Blanco.

He visto a Su Santidad brindar enseñanzas de bodhicitta como éstas, y nadie puede marcharse sin haber llorado. Él toca profundamente tu corazón. Ofreció una enseñanza en Bodhi Gaya el año pasado, "En Alabanza de Bodhicitta" del Lama Kunu, qué es un poema largo. De sólo pensar en ello ahora comienzo a llorar. Tan hermoso. Cuando él estaba enseñando "En Alabanza de Bodhicitta," del Lama Kunu, quién era su propio maestro, ¡whooosh! Estábamos dentro de su corazón, de la manera más extraordinaria. Un lugar sobre el que no pueden contarte, sobre el que no puedes leer, nada. Estás en la presencia de Buddha. He tenido muchos maestros que brindaron maravillosas enseñanzas de sabiduría, pero ver a alguien que verdaderamente, verdaderamente posee el gran bodhicitta, realmente expande el bodhicittas.

De modo que estas son las enseñanzas a impartir por las que creo que está aquí Su Santidad. Eso es lo que impacta.


“Richard Gere: My Journey as a Buddhist"
Melvin McLeod, Shambhala Sun, mayo de 1999.
Traducción al castellano por VIHANA

RICHARD GERE: Biografía



“Me importa más el respeto por el otro en la vida. Con el Dalai Lama, por ejemplo, aprendí a respetar a un insecto. Si se lo enseño a un chico se vuelve increíblemente importante. Algo que podemos considerar pequeño, feo, lo que sea; no es como nosotros, es lo otro. Pero debemos empezar por respetar este pequeñísimo insecto, de otra especie, que también tiene un sentido de la vida muy similar a la nuestra. No quieren ser heridos, quieren tener éxito y ser felices, quieren encontrar comida, quieren hacer amigos. Tienen intereses idénticos a nosotros. Si se puede respetar eso, se puede respetar mucho más. Gente, también.”

“La gente se siente ofendida por las campañas por los derechos de los animales. Esto es gracioso. Ellas no resultan tan maliciosas como la masiva matanza de animales en una factoría.”“Como custodios del planeta es nuestra responsabilidad tratar a todas las especies con amabilidad, amor y compasión. Que estas criaturas sufran la crueldad humana va más allá del entendimiento. Por favor ayuda a detener esta locura.”

"Si la gente pierde su tierra, no tiene nada. Si pierdes tu tierra, pierdes tu cultura... te pierdes a ti mismo".



Estas son algunas de las frases que revelan el pensamiento y la acción de Richard Gere.



El actor Richard Gere, cuyo nombre completo es Richard Tiffany Gere, nace el 31 de agosto de 1949 en la ciudad de Filadelfia, Pensylvania, Estados Unidos de América, de padres de herencia judía, ascendencia Anglo-Irlandesa y creencias metodistas. Su padre, Homer George Gere, era un agente de seguros de la firma Nationwide Insurance Company. Su madre, Doris Ana Tiffany, es ama de casa. Richard Gere tiene tres hermanas, un hermano, y un hermanastro, el alemán Henry Januszewski.

De niño sintió gran inclinación por la música, y su padre fue muy importante a la hora de inspirar esta tendencia así como su actual convicción Budista. En un reciente reportaje ha dicho:

“Mi padre era casi como un cura, siempre cerca de la Iglesia Metodista. Y mi madre era presbiteriana. Yo crecí yendo a la Iglesia. Era parte de mi vida. Lo interesante, para mí, aunque no lo notaba en aquel entonces, era ver un mismo grupo de gente que creía en algo superior. Y dentro del ritual metodista, más que nada, me acuerdo de las canciones. La esencia de disfrutar, la creatividad que surgía por verlo a Él, en la atmósfera de la misma gente que trataba de captar aquella energía, que por instinto piensan que existe algo más allá de la lógica.” (ver reportaje: "Richard Gere y su lado espiritual")


El pequeño Richard fue instruído por su progenitor en la ejecución de diversos instrumentos, como ser Trompeta, Guitarra, Banjo y Cítara. Especialmente, se destacó por su pericia en el Piano y la Trompeta. El solo de piano que años después tocara en el film Pretty Woman es de su autoría. Compuso también diversas canciones para festivales escolares.

Concluidos sus estudios secundarios, ingresa becado a la Universidad de Massachussets para estudiar Filosofía, pues su espíritu inquieto e incentivado por la atmósfera familiar anhelaba muchas respuestas. Durante su estancia en los claustros universitarios integró pequeños grupos teatrales y musicales amateurs. Al parecer, aquí también comenzó a encontrar el hilo de muchos interrogantes de su vida en las lecturas del filósofo George Berkeley. Las influencias hogareñas y su encuentro con el “Obispo Berkeley” fueron fundamentales para regar en su vida el retoño del Budismo.

Como quiera que sea, su entusiasmo por el arte y el deporte no se correspondían con un símil por los estudios académicos, por lo que abandonó su formación universitaria a los dos años de haberla iniciado. Gere ya había comenzado a adentrarse en su incipiente carrera actoral consiguiendo pequeños papeles en las compañías teatrales de la Princetown Paly House y el Seattle Repertory Theather. Luego de su etapa universitaria, intervino en varias obras de teatro en Nueva York, destacándose como protagonista de “Richard Farine: long time coming and long time gone”, y de dos obras de Sam Shepard: “Back Bog Beast Bait” y “A Killer's Head”.

Tras la formación de una banda de rock de corta vida, se dirigió a Broadway y participó en diversas audiciones que inicialmente le significaron papeles menores, como su participación en la ópera rock “Soon”, y la representación en Nueva York de “Habeus Corpus”. Su primer crédito importante le llega en 1973, año en que obtiene el papel de Danny Zuko para la obra “Grease”, que sería suceso primero en Broadway y luego en Londres, adonde Gere viajaría con todo el elenco. Su imagen atractiva, sus buenas cualidades sobre las tablas y su carácter entusiasta y confiable –aunque también colérico y levantisco- le granjearon un buen concepto entre los directores de Broadway, significándole un pronto pasaje a papeles cinematográficos. No obstante, estos destacaban más su sex appeal que su verdadero talento.

De este modo, la carrera cinematográfica de Gere comienza en 1973 con un pequeño papel para un fílmico televisivo, “Chelsea D.H.O”. Continúa en 1975 con “Fuerza de Choque”, un film policial realizado para TV, seguido en el mismo año por “Report to Comissioner” (distribuida como “Quiero la Verdad”), bajo la dirección de Milton Katselas, film olvidable pero típicamente cinematográfico en el que participó como actor de reparto. No obstante, estos pasos iniciales iban afinando su habilidad para elegir guiones y proyectos. Tal es así que en 1977 realiza su primer papel destacado en “Buscando al Señor Goodbar”, dirigido por Richard Brooks y estelarizado por Diane Keaton. A pesar de su magnífica interpretación de un italiano colérico e hiperkinético, su nombre no alcanzaría aún los primeros lugares de Hollywood. En 1978 siguieron los filmes “Hermanos de Sangre” (“Stony, Sangre Caliente”), dirigido por Robert Mulligan, y “Días de Cielo”, con la “regia” de Terrence Malick, que le representaría el premio David Di Donatello como Mejor Actor Extranjero. Es decir, el Oscar italiano otorgado por la Accademia del Cinema Italiano.

Toda esta etapa veinteañera no fue de las mejores en cuanto al estado de su espíritu. Más tarde, en un reportaje concedido a la Revista Selecciones, recordaría estos años en los siguientes términos:

“Era un desastre. Fue una época horrible, como suelen ser esos años para los hombres.” … “A los hombres jóvenes se les obliga a vivir en un mundo gobernado por hombres mayores que no desean tenerlos cerca ni compartir su poder. Y no es fácil enfrentar el desafío emocional que implica hacer una vida.” (ver: "Gere, un seductor que también sabe actuar")

En el mismo reportaje, Gere revela la solución a la que arribó respecto a sus turbulencias internas:

“Empecé a trabajar conmigo mismo, a meditar y tratar con varios maestros. Siempre me interesaron las cuestiones morales y metafísicas: ¿cuáles son las bases de la realidad? ¿Qué es la mente? ¿Dónde reside el alma?” (ver ídem)

Consecuente con estas inquietudes realiza en 1978 un viaje a Nepal, tierra de nacimiento de Siddarta Gautama Sakyamuni, “el Buda”. Tras su retorno, adopta el Budismo como guía de su vida.

En lo profesional, el año 1980 representa el gran envión que estaba esperando, pero con un paquete de consecuencias que no fueron las más deseadas: El notable director Paul Schrader lo convoca para protagonizar el drama “American Gigolo”, al lado de la conocida modelo, actriz y empresaria Lauren Hutton, quien a los 46 años inventó la primera fórmula mundial de maquillaje para mujeres de más de 40 años, comercializada hoy como la línea de belleza “Lauren Hutton Good Stuff”. El inteligente guión muestra con trazos justos los mecanismos de toda una subcultura de prostitución masculina y femenina de alto nivel, requerida casi cotidianamente por personajes ricos, públicos y de doble vida. El vestuario de la película quedó a cargo del modisto italiano Giorgio Armani quien, atraído por el guión, diseñó la indumentaria de Gere de modo de asegurar la “forma final” de su personaje una vez que el actor lo “construyera” a partir de su talento dramático. De esta manera, la apariencia de Gere se fusionó tanto a los requerimientos del guión como a sus dotes interpretativas, dando como resultado una presencia total en cada escena. Así, a sus 31 años el actor fue lanzado a la fama internacional, pero no como él lo hubiera querido, sino como un definido sex simbol de impactante presencia, rostro y cuerpo. Las presiones de Hollywood y de la prensa sensacionalista se harían sentir, y con el tiempo la contradicción “budismo-marketing” lo iría llevando a una situación emocional desesperante.
El año 1982 marca la definitiva consagración de Gere con el taquillero drama romántico “Oficial y Caballero” (distribuida en algunos países como “Reto al Destino”), de Taylor Hackford, que también le valió su primera nominación al Golden Globe como Actor Protagónico, mientras que Louis Gossett, Jr recibió el Oscar el Mejor Actor de Reparto por su interpretación del sargento Emil Foley en dicho film. No obstante la credibilidad que Richard Gere supo darle a las tensiones internas de su personaje, la parafernalia publicitaria vio mucho más rentable afirmar el costado sexual del ya célebre galán de Hollywood, y todo esto comenzó a meterse como por hipnosis adentro suyo.


Incluso, y a raíz de estos mismos éxitos, la hastiante catalogación de Richard Gere como “sex symbol” por parte de los medios lo sumió en una severa crisis profesional: En 1983 protagoniza “Sin Aliento”, junto a la erógena y promocionada Valerie Kaprisky; donde el director Jim McBride dedicó generosamente su cámara a enfocar los diversos planos desnudos de Gere y, particularmente, fuertes e innecesarias escenas de ducha junto a su partenaire femenina, las cuales nada aportaban a la narrativa fílmica. Nunca antes una primera figura masculina había sido tan “desnudamente expuesta”. Un guión carente de consistencia hacía el resto. La película no hizo más que coronar la fabricada imagen del actor como un exhibicionista de cara bonita cuyas aptitudes dramáticas o bien no importaban, o bien no existían. Como consecuencia, Gere se propuso dar un giro diametral a su carrera.

De esta manera, acepta el papel de un médico anglo-paraguayo en la producción británica de 1983 titulada “Más Allá de la Frontera”, distribuida en varios países como “El Cónsul Honorario” de acuerdo al título homónimo de la novela de Graham Greene en la que se basaba dicho film. La misma fue dirigida por John McKenzie y ambientada en la provincia de Corrientes, República Argentina. El film fue favorable para la carrera de Michael Caine, pero la flaca performance actoral de Gere hizo poco y nada para torcer su ya disparado encasillamiento de ícono sexy. Cierto es también que la vida de Richard Gere estaba atravesando su período más “salvaje” y contradictorio y que -por muy budista que intentara ser- explotaba su fama de sexualidad ambigua mediante ostentaciones públicas como recibir a la prensa en calzoncillos, enseñar sin empacho su trasero a quienes lo molestaban u orinar en plena calle de Nueva York ante la mirada pasmada de los periodistas. Es conocido el suceso que protagonizara con una jornalista de la revista Ladies Home Journal: Con intención transgresora o quizá poco inteligente, la mujer le preguntó a quemarropa si era homosexual. Gere se bajó sus pantalones y su calzoncillo y haciéndole ver que no tendría ningún inconveniente en penetrarla allí mismo le dijo: «Sírvase comprobarlo por usted misma». Estos sucesos eran ávidamente aprovechados por la prensa del espectáculo para vender lucrativamente la imagen de un Gere tan lascivo en la pantalla como en la vida. A la luz de estos hechos, la naturaleza más sana de Richard Gere, esa que en esforzados retazos aparecía en sus declaraciones eco-humanistas y viajes a lugares de peregrinaje o de conflicto, era ridiculizada como una mera veleidad.

Sumido en una crisis personal y profesional, el actor siguió intentando emerger de su perjudicial imagen aprovechando algunas buenas oportunidades que por entonces se le presentaron. Especialmente, la interpretación de caracteres tan distantes entre sí como el trompetista de “The Cotton Club”, 1985, de Francis Ford Coppola, y el legendario personaje bíblico de “El Rey David”, 1985, de Bruce Beresford, películas con virtudes actorales desparejas pero que además resultaron sendos fracasos comerciales. Incluso, ésta última le valió su primera nominación al detestado Razzie Award en la categoría de Peor Actor Protagónico. Su carrera languideció y fue casi desechado por los productores de Hollywood, tan obsesionados por los borderaux suculentos. De esta manera, sus siguientes protagónicos fueron en películas del tipo “entreternaiment” como Power (1986), Sin Piedad (1986 y A Millas de Casa (1988), que parecían marcar el inexorable camino de Gere hacia futuras producciones de corte televisivo sin mayores pretensiones. Durante estos problemáticos años 80’ viajó por Honduras, Nicaragua y El Salvador interesándose y colaborando materialmente para combatir las secuelas de la hambruna y destrucción de hogares provocadas por la intervención norteamericana y las guerras civiles. Pero un logro muy importante en este sentido fue la puesta en marcha de la Casa del Tibet en 1978, la cual fuera visitada por el Dalai Lama 14 años después. En este centro neoyorquino, fundado a sus instancias, invirtió muchísimo dinero a fin de preservar la cultura tibetana y el Budismo Mahayana, auxiliar a los refugiados tibetanos y abogar por la liberación total de la milenaria nación budista. Gere ya veía en el Dharma Budista la luz del mundo, y en el Tibet del exilio -aún con sus contradicciones político religiosas- la antorcha más incontaminada que podría difundirla.


A contrapelo de lo que se pensaba, la carrera actoral de Gere resurge en 1990 con dos filmes de fuerte repercusión: “Mujer Bonita”, de Gary Marshall, junto a una aún poco conocida Julia Roberts interpretando a una cenicienta moderna, y “Asuntos Internos”, de Mike Figgis, en un atípico rol de “malo” junto a Andy García. Su interpretación en Mujer Bonita le valió su segunda nominación al Golden Globe.

Asimismo, su casamiento con la celebérrima modelo Cindy Crawford en 1991 lo reubicó en la tapa de todas las revistas. A Crawford las mieles del espectáculo la seducían considerablemente y distaba de sentir las pulsiones espirituales que tanto motivaban a su marido, lo cual fue repercutiendo en el ánimo del actor. Las simpatías de Richard Gere con las sabidurías de Extremo Oriente (especialmente el Budismo lamaísta) y las causas humanitarias ya eran muy conocidas y tomadas un poco más en serio. Es de destacar que Gere jamás se valió de su adhesión al Budismo para promocionar su carrera actoral, idea en lo que hoy existe consenso generalizado. Más bien, su prédica repercutió profundamente en varias celebridades de Hollywood, entre ellas Uma Thurman. Su padre, Robert Thurman, era y es un conocido escritor, traductor y profesor de budismo indo-tibetano de la Universidad de Columbia, así como un ex monje y el primer occidental iniciado por el Dalai Lama en el budismo tibetano. Uma encontró en Gere un valioso acicate para llevar a cabo las enseñanzas con las que su padre la había formado. Incluso su nombre, “Uma” proviene de “Uma Chen-po”, frase tibetana que significa “El Supremo Camino del Centro”. Goldie Hawn y Oliver Stone fueron otras celebridades que se sintieron atraídas por las convicciones de Gere.


Ya con mayores pretensiones, el actor creó en ese mismo año de 1991 la Fundación Richard Gere, con el objeto de recaudar fondos no solo para preservar la cultura tibetana y la religión budista, sino también de acudir en auxilio de todo lugar donde hubiera damnificados –humanos o animales- a raíz de las guerras, hambrunas, enfermedades, catástrofes o violencia de cualquier signo, algo también acorde a la caridad budista bien entendida que no se queda en el cómodo mantreo de “Oms”.

Por todas estas razones, Akira Kurosawa lo convoca ese mismo año para un atípico papel en su film “Rapsodia en Agosto”, filmado en Nagasaki, donde una abuela cuenta a sus nietos las consecuencias acarreadas por la segunda bomba atómica arrojada en Japón. Es muy difícil no sentir admiración al ver en pantalla los frutos de la humildad y ductilidad de Richard Gere, quien en un momento cumbre de su carrera acepta un papel secundario como “sobrino japonés” (uno de esos papeles que Hollywood califica despectivamente como “étnicos”) en una producción extranjera sobre una anciana indeleblemente marcada por los desastres de la guerra.

El espaldarazo profesional y económico de estos primeros años también le permite iniciar sus primeras realizaciones como productor ejecutivo, las que además protagonizará: “Análisis Final”, 1992; “Somersby”, 1993; y “Mister Jones”,1993.

En “El Primer Caballero”, junto a Sean Connery y Julia Ormond, semblanza de Sir Lancelot en la corte del Rey Arturo, Gere se mete por primera vez en la piel de un personaje del medioevo. Pero este año, 1995, ya marca una definición personal y profesional muy distinta, un antes y un después. Harto de la presión sobre su vida privada y los inflados rumores publicitarios sobre su “bisexualidad” se divorcia de la hipermediática Cindy Crawford y se desentiende de la opinión favorable o no de los medios. Ya no lucha por el reconocimiento de Hollywood, ni por la urgencia de papeles que lo mantengan en el candelero. Sencillamente, escoge sus guiones, propone proyectos, realiza filmes menores que lo hacen sentir bien, agradece los reportajes, se disculpa ante los periodistas cuando llega tarde, se dedica de lleno a causas humanitarias. Su amistad con el Dalai Lama, sus viajes humanitarios por el extranjero y su cada vez más profunda inmersión en el Budismo le dan tanto una comprometida percepción de la vida como un contentamiento apacible que ya no lo abandonaría. Ya las tendencias confusas y alocadas han perdido gran parte de su fuerza de antaño. Años después, al preguntársele qué es lo más importante que había aprendido con el jefe espiritual del Tibet, Gere respondería:

“Que todo lo que yo haga y esté motivado por mi enriquecimiento personal me hará sufrir, mientras que cualquier cosa que enriquezca la felicidad de los demás me hará feliz. Nunca falla.” (ver: "Gere, un seductor que también sabe actuar")

Incluso, en el año 1993 durante la entrega de los premios Oscar y a contrapelo de todo código y glamour aceptados por la Academia, realiza un comentario franco y abierto a favor del Tíbet y contra la opresión de la República Popular China. Como resultado, se prohibió durante años su presencia en la ceremonia del cine, algo que a Gere no le quitó el sueño.

Tiempo después, las vivencias de sus viajes al Tibet del exilio dan nacimiento a su primer libro, Pilgrim (Peregrino), publicado en 1997, una colección de imágenes que representa su trayectoria de veinte años como budista. Con un prólogo del Dalai Lama, el libro aporta la visión personal de Gere de este mundo antiguo y espiritual.

Incluso, este camino del “dejar hacer, dejar correr” le acarreó varias satisfacciones profesionales, como la taquillera película “El Chacal” (1997), dirigida por Michael Caton Jones, junto a Bruce Willis y Sydney Poitier, reedición de la producción francesa “El Día del Chacal”, o “La Esquina Roja”, dirigida por Jon Avnet, (tambien de 1997), original película que –a pesar de ciertos convencionalismos a lo Perry Mason- denuncia por primera vez la naturaleza y arbitrariedades del sistema judicial imperante en la actual República Popular China. Dado que su compromiso con la liberación del Tibet le ha valido el estigma de persona no grata entre las autoridades chinas, las secuencias donde Gere recorre la Plaza Tienamenn y otros lugares típicos debieron ser trucadas mediante la técnica de pantalla azul, filmándose los escenarios por un lado, y la interpretación de Gere fuera del territorio chino por el otro.

Su labor humanitaria no se detiene y en 1999 crea el Fondo Fiduciario para la India de la Fundación Gere, con sede en Nueva Delhi, para prestar apoyo a varios programas humanitarios en la India. Recientemente el Fondo colaboró con la Elizabeth Glaser Pediatric AIDS Foundation y Parmeshwar Godrej en la celebración de un acto de sensibilización y recaudación de fondos sobre el SIDA en Mumbai (India).

El año 2002 representa sus segundas núpcias con su actual esposa y madre de su hijo, la ex chica Bond Carey Lowell, tras varios años de noviazgo. Su hijo, Homer James Jigme Gere, había nacido dos años antes. El primer nombre, Homer, fue elegido como homenaje al padre de Gere, mientras que Jigme significa “Sin Miedo” en tibetano. Carey Lowell ya profesaba el Budismo y, al igual que su esposo, era vegetariana. Gere se mueve en una cómoda coherencia entre su familia y su labor filantrópica. En ese mismo año, Gere crea la Fundación Iniciativas para recaudar fondos y canalizar recursos a comunidades desfavorecidas de todo el mundo.
También el año 2002 representa en lo profesional un suceso fundamental, y fue su apabullante interpretación en el film “Chicago”, donde se ve a un original Gere actuando, cantando y ejecutando una virtuosa escena de zapateo americano. Este papel le valió un unánime reconocimiento por parte de la crítica local e internacional, ganando su primer Globo de Oro al mejor actor protagónico. Por este antecedente fue convocado en el año 2004 para protagonizar la inteligente y desopilante película “¿Bailamos?”, de Peter Chelsom, donde interpreta a un próspero abogado de vida tan holgada como triste, aletargado en la infeliz felicidad del “sueño americano” donde el dinero es todo y el espíritu muy poco. Su resurrección tiene lugar al permitirse salir del rebaño y disfrutar de algo que le gusta sin buscarle un fin ulterior. En este caso, bailar. Esta película es la versión estadounidense de Shall We Dansu?, notable film de orígen japonés filmado en 1996 y producido por Masayuki Suo.

Este mensaje profundamente “zen” en pleno corazón de una de las sociedades más utilitaristas del mundo pasó casi totalmente inadvertido para la crítica convencional, la que se perdió en devaneos sobre las virtudes o falta de virtudes actorales y (¡otra vez! …) seductoras de un Richard Gere cincuentón, o de la falta de pericia actoral de Jennifer López, o del desaprovechamiento de la talentosa Susan Sarandon. El público, en cambio, respondió llenando las salas. El budista Gere estaba lisa y llanamente predicando sobre la inutilidad de afanarse por un sinfín de cosas que no nos dan felicidad alguna, y sobre la sencillez de las cosas que sí la dan. En esta lograda remake de la película japonesa de Masayaki Suo filmada en los años 90, vemos a un polifacético Gere bailando con gran pericia ritmos como el Mambo, Salsa, Fox Trot, Vals y Tango (un tanto europeizado, pero con voces porteñas de fondo como: “Argentiiiinaaaa … Buenos Aiiiiireeesss …”). Este film fue magistralmente coestelarizado por Stanley Tucci.

Fiel a su coherencia, en el año 2004 financia el film tibetano-estadounidense “Poison Charm” (“Encanto Venenoso”), de Ritu Sarin y Tenzing Sonam, primer película dirigida por un hindú y un tibetano, cuyo tema es la resistencia cultural en el Tibet. Fue rodada en las locaciones hindúes de Dharamsala (lugar cedido por el pandit Nehru al Dalai Lama para reasentar la cultura tibetana en el exilio), Nueva Delhi, Dehradun y Jaipur. Afín a su idea de que la respuesta al sentido de la vida anida en cada persona, que ésta puede hallarse mediante la indagación propia y que el budismo no es el único camino válido para hacerlo, protagoniza en el 2005 el film “La Estación de la Abeja" (“La Huella del Silencio”), de Scott McGehee y David Siegel, drama de una familia judía observante de las enseñanzas extraídas de la Kabalah. Su última película es “El Fraude”, de Lasse Hallström, filmada en 2006, donde interpreta a Clifton Irving, un escritor que en los años 70’ engañó a su editorial inventando una biografía falsa sobre Howard Hughes.


Un aspecto poco conocido de Richard Gere es su tarea como escritor y divulgador de la visión budista y de los senderos para una vida sabia. Quizá esto se debe a que Gere no se presenta como un gurú espiritual, prefiriendo apoyar a quienes a su entender son legítimos maestros. Efectivamente, a la autoría de “Pilgrim”, su propio libro narrado en imágenes y prologado por el Dalai Lama, deben sumarse “El Universo en un Simple Átomo: la convergencia entre Ciencia y Espiritualidad”, donde se publican sus conversaciones con el jefe espiritual del Tibet; su prólogo a la obra del Dalai Lama “Océano de Vida: Guía para Vivir”; sus textos a la traducción del “Libro Tibetano de los Muertos” de Chogyam Trumpa; su prólogo al “Arte del Tibet” de Pratapaditya Pal; sus textos a “Tibet, el Arte de Buda para Sanar”, con prólogo del Dalai Lama; y la autoría de “Still Life”, escrito junto a Kentzo Itzu, entre los más conocidos.

Actualmente, Richard Gere es considerado como un importante activista de causas humanitarias, ecologistas y animalistas de todo tenor, más allá de la causa tibetana. "La filosofía tibetana, la idea de que uno puede cambiar el mundo y tiene la responsabilidad de hacerlo es la base de todo lo que hago”, diría en uno de sus tantos reportajes.

Por su labor ha recibido gran cantidad de galardones. Entre ellos, los otorgados por el Instituto de SIDA de Harvard, la American Foundation for AIDS Research (AMFAR), Amnesty International, y el prestigioso Premio Humanitario Eleanor Roosevelt. Desde la Fundación Gere se apoya materialmente a la Campaña Internacional por el Tibet, la Fundación Tibetana, la Fundación para la Preservación de la Tradición Mahayana, la Pundarika Foundation, la organización Villas de Niños Tibetanos, la reconstrucción en el Sur de la India de los Monasterios de Rato, Sera, Drepung y Ganden; la organización Estudiantes para un Tibet Libre, etc. Esta ayuda se hace extensiva a organizaciones tales como Amnesty Internacional y Human Rights Watch con particular énfasis en la situación de China y Tibet; Survival International por su labor respecto a las culturas indígenas en peligro; Oxfam America, Cruz Roja Internacional, Red Crescent Movement y Médicos Sin Fronteras (MSF) por su lucha contra el hambre, la guerra y las catástrofes; AMFAR, Alianza para la Investigación del SIDA, Proyecto SIDA de Los Angeles, Elizabeth Glaser Pediatric AIDS Foundation, Niños Afectados por SIDA, Harvard AIDS Institute, Naz Foundation y muchos otros grupos de acción e investigación respecto a la lucha contra el Sida.

Recientemente ha participado junto a su padre, Homer Gere, en una campaña gráfica y televisiva de la organización "Meals on Wheels Association of America" dedicada a distribuir alimentos entre los homeless y carenciados de EEUU. La misma asociación propuso dicha campaña a Richard Gere luego de enterarse que su padre había obrado como un silencioso voluntario de esas entregas durante los últimos 20 años.



“Gere es un hombre fascinante" ha dicho David Siegel, director de “La Estación de la Abeja”. "Ocupa una grandísima cantidad de tiempo al servicio de quienes
están necesitados."



Más información sobre la acción humanitaria de Richard Gere puede consultarse en la web http://www.gerefoundation.org/



Para contactar a Richard Gere puede escribir o llamar a:

Richard Gere,# 203 9696,Culver Boulevard,Culver City,Ca 90232, USA
Teléfono: 310-558-8110



Filmografía


Chelsea D.H.O. (1973)

Fuerza de Choque (1975)

Informe al Comisionado (“Quiero la Verdad”, 1975)

Baby Blue Marine (1976)

El Incidente Libreg (1976)

Buscando al Sr. Goodbar (1977)

Días de Cielo (1978)

Hermanos de Sangre (1978)

Yankies (1979)

Gigoló Americano (1980)

Reporteros (1981) (documental)

Oficial y Caballero (“Reto al Destino”, 1982)

Sin Aliento (1983)

El Cónsul Honorario (1983)

Cotton Club (1984)

El Rey David (1985)

Power (1986)

Sin Piedad (1986)

A Millas de Casa (1988)

Asuntos Internos (1990)

Pretty Woman (1990)

Rapsodia en Agosto (1991)

Análisis Final (1992) (también productor ejecutivo)

Y la Banda siguió Tocando (1993, film para televisión)

Sommersby (1993) (también productor ejecutivo)

Mr. Jones (1993) (también productor ejecutivo)

Intersección (“Entre dos Amores”, 1994)

Unzipped (1995) (documental)

El Primer Caballero (1995)

Primal Fear (“Las Dos Caras de la Verdad”, 1996)

La Esquina Roja (“Justicia Roja”, 1997)

El Chacal (1997) Junket Whore (1998) (documental)

La Novia Fugitiva (1999)

Otoño en Nueva York (2000)

El doctor T. y las mujeres (2000)

Bollywood Bound (2001) (documental)

Shabana (2002)

Las Profecías de Mothman (“La Última Profecía”, 2002)

Infidelidad (2002)

Chicago (2002)

Freedom2speak v2.0 (2004) (documental)

¿Bailamos? 2004)

La Estación de la Abeja (“La Huella del Silencio”, 2005)

Dreaming Lhasa (2005, como productor ejecutivo)

El Fraude (2006), de Lasse Hastrom

Estrenos Inminentes, Postproducciones y Proyectos:

El Emperador Zehnder (2005) (en producción), de Gregory Hobliit

The Flock (2006), de Leu Wai Keung

Buddha (2006) (en producción)

No Estoy Allí: Suposiciones de una Película respecto a Dylan (2007), de Todd Haynes

Primavera en Bosnia (2007), de Richard Shepard

Noches en Rodante (para el 2008, aún sin director designado)